En una nota de Diario Norte del domingo 3 de abril acerca del caso de un ginecólogo de Sáenz Peña acusado de abuso, su abogado defensor intenta menoscabar y desacreditar la pericia sicológica realizada e incluso procura corregir y reorientar los dictámenes emitidos por la psicóloga de ese fuero (que fue adversa a su defendido) proponiendo y reivindicando la participación de un siquiatra en su lugar. Esta nota del Dr. Fermani es en respuesta a esas expresiones que fue publicada por Diario Norte el domingo 10 de abril.
Motiva la presente una nota publicada en Norte del domingo 3 de abril del corriente, acerca de las opiniones vertidas por un abogado en relación a los peritajes en la justicia. Llama la atención que pasados 40 años de la dictadura y sin tener en cuenta las posibilidades de acercamiento a la verdad de un hecho, algunos abogados de la matrícula de la región pretendan desorientar la opinión pública e inclusive el concepto de los Jueces (a los que se dirigen con formas aparentemente respetuosas pero tácitamente subestimativas) con argumentaciones que pretenden promover la primacía biológica línea “homo- sapiens” sobre los avances de la ciencia psicológica, cuya práctica real es respetuosa con su objeto de investigación: la persona humana vista desde el ángulo de la conducta (con todo lo irregular-inaudito y confuso de sus contenidos), demostrada teórica y prácticamente hace más de un siglo en los claustros académicos a partir de los criterios epistémicos que la filosofía de la ciencia exige a toda disciplina para constituirse e instituirse en un saber conforme a las exigencias científicas. Tal el caso de la sicología que cumplidos tales requisitos científicos y técnicos , emerge de la filosofía (como saber intelectual de las primeras y últimas causas), constituyéndose en un conocimiento autónomo y al servicio de la humanidad, zanjándose con este devenir una necesidad humana involucrando respuestas prácticas, operativas, de consecuencias comprobadas por el mundo de las ciencias de la conducta cuando contesta -desde su perspectiva- la pregunta antropológica sobre quién es el hombre.
La filosofía de la ciencia ha comprobado que las respuestas antropológicas a esa pregunta se transforman en respuestas concretas sobre el modo de operar los valores a tener en cuenta cuando se trata de servirlo. Reconocido este hecho surge el interrogante de cuál es el espejo que refleja el modelo a imitar que ordene el sentido de los temas de investigación y estudio para mejor servicio y evolución del asistido. Por lo expuesto, entendemos la importancia que asume la sicología al servicio de la persona humana, si parte de ésta como su objeto-tema de investigación, con sus implicancias culturales, lingüísticas, etc. en contraposición a las perspectivas que asocian la dureza, la rapidez, la movilidad de las llamadas ciencias duras, partiendo de que el paradigma del desarrollo humano lo constituye la especie animal, terrorífica asociación con la pervivencia del más apto, sea éste el objeto directo o la robótica como objeto indirecto, que aplicando avanzados conocimientos en diseño y electrónica mecanizan y automatizan al hombre, que padece las exigencias de adaptarse para pervivir a la ley de demanda conforme al prototipo mecánico generador de la oferta correspondiente.
Y con ello también la pretensión de reducir la historia de los hombres a una parodia de meros gestos, tal como se vería de modo virtual (símil tv) que registra muecas carentes de significados y sin rumbo, generando el efecto borrador amnésico automático sobre cualquier pregunta de sentido y orientación de la vida de las personas.
Este hasta aquí aparente discurso teorético toma valor operativo y práctico cuando las tendencias de la cultura moderna -como un todo- pretenden implantar sus conceptos e ideologías a través de los roles /ocupaciones/profesiones que asumen los hombres en la vida diaria.
Por eso es muy significativa la observación de argumentaciones que se reactualizan en función de sus voceros conscientes o inconscientes en situaciones concretas cotidianas, al pretender revivir-cuando no imponer-modelos que fueron superados por el proceso civilizatorio.
¡Pero ojo, lo malogrado no está muerto! Y sus coletazos pueden aún hacer tambalear a personas distraídas que no logran percatarse de las consecuencias prácticas y cotidianas de tales intentos deshumanizantes que más temprano que tarde lo involucrarán en su estilo de vida.
Al escribir estas líneas me percato con alarma cómo en el seno judicial perviven conceptos sostenidos por la física mecánica elemental (que la física cuántica pone en jaque) y a partir de un mal uso de la palabra objetividad , lo que realmente quieren decir es la reducción y cosificación de la persona , pretendiendo suprimir el concepto superador elaborado y planteado por la Ley de Salud Mental con mucha precisión, dejando claro la complementariedad de los saberes científicos de la ciencia psicológica y los de la práctica de las disciplinas médico-psiquiátricas, entendiendo por complemento el agregado, suplemento y continuidad entre una perspectiva científica sistemática – la sicología- y la observación de lo dado con que se testifica lo que el paciente “remite” o lo que se observa gestualmente en el acto de la entrevista –la siquiatria- .( Entiéndase entre una opinión dada por un psiquiatra de la posible inferencia de lo que cree ser la causa bioquímica potencial o real de lo observado). La entrevista sicológica recoge datos para elaborar cuanti y cualitativamente la configuración estructural y dinámica de la personalidad por la batería de los test mentales aplicables en cada caso concreto, con el resultado final de la evaluación psicológica en términos de diagnóstico psicológico. Competencia e incumbencia que no fue invalidada nunca en ningún lugar del mundo (ni en la Argentina, aún en las épocas de persecución y estigmatización más acérrima) por considerar al sicólogo como el único profesional que conforme al saber tanto de la salud como de la enfermedad mental y por ser capaz de diferenciar de manera operativa, eficiente y eficaz los signos que por sus cualidades, naturaleza, accidente, distinguen cual es la variedad de padecimiento a la que pertenece la persona estudiada (correspondiendo al tipo psicológico) permitiendo con esto el registro gráfico y documentado que da pie a una controversia, discusión u oposición de dos o más personas (entiéndase sicólogos de la matrícula) según leyes que regulan la actividad.
Esta complementariedad de saberes sostenida por la ley de Salud Mental se basa justamente en el reconocimiento académico de la sicología y los de la práctica médico-psiquiátrica que parten de enfoques y perspectivas que por diametralmente opuestas (la una tiene como modelo la persona humana constituida sicofísicamente en contextos socioculturales, la otra el modelo veterinizante reproducido en la práctica por conductas mecánicas) enriquecen por su subsidio mutuo, adicionando en suplementos y enterizando el mejor servicio a la persona asistida.
Entiéndase por práctica médica psiquiátrica la que desde sus orígenes históricos se apoya en la observación de signos físicos -mecánicos desde el ángulo y el enfoque de lo que en filosofía se llama realismo ingenuo; sosteniendo que las personas ven con los ojos. La evolución de la investigación científica y la reflexión filosófica, mostró que los umbrales receptores –los ojos- son canales idóneos que a través de transformaciones cuanti y cualitativos en su calidad representan en la imaginación y en la simbolización todo lo que constituye la conciencia de sí mismo o el factor humano que diferencian de una forma abismal al hombre del animal, modelo a imitar de la robótica.
Pero -conforme a las observaciones genuinas (no ideologizadas) de la ciencia- la persona no es reductible a un mero diseño informático con la pretensión desorientadora de poner los efectos concomitantes y consecuencias como si fueran causas, razones y sentido en lo atinente a la conducta de los seres humanos.
El mundo de la sicología parte exactamente de lo que se pretendió (desde los gobiernos de facto) generalizar-omitir y/o distorsionar desde enfoques cargados de poder: laboratorio medicinal y enchalecamiento manicomial. Los sicólogos de acuerdo a lo observado en la práctica clínica y en sus recintos de trabajo de investigación, demuestran experimentalmente los postulados sostenidos por la psicopatología, disciplina que estudia e investiga los trastornos, enfermedades, desórdenes y malestar humano, dando fundamento teórico práctico al sicodiagnóstico, asistencia sicoterapéutica –sicoterapia- y rehabilitación de los estados de padecimiento que a partir de seguir la huella al proceder -comportamiento y la forma de actuar humana- le permite inferir estructuras, sistemas, componentes endo-psíquicos para comprender y explicar de manera científica lo que luego se postula en la discusión de pares como resultado de su evaluación diagnóstica.
Ambos, la observación externa psiquiátrica y lo que el paciente remite , con las deducciones e hipótesis de funcionalidad y estructura orgánicas posiblemente alteradas, cuya intervención idónea -en tanto médico- es la del uso racional del fármaco y la del sicólogo que estudia el valor y sentido de las representaciones mentales a través de la palabra : la persona, ente combatido a diestra y siniestra por algunos doctos y académicos que pretenden reducir al hombre a la composición bioquímica de partículas materiales, preterizando que éstas configuran los contenidos y orientaciones propias del sentido de la vida, ambos en mutua y respetuosa colaboración y coordinación conforman junto con el resto del equipo de salud, lo que las leyes en vigencia consagran como la unidad preventiva, diagnostica, asistencial y de rehabilitación en salud mental , que se ve directamente distorsionada en la nota antes citada.
Los fundamentos de las leyes vigentes en Salud Mental postulan la continuidad de la realidad física, bioquímica y material observable cuando se manifiesta como vitalidad: conducta, comportando objetivos, medios y fines propios, entiéndase: lo humano es natural y esencialmente la compasión por el semejante, la benignidad, mansedumbre y afabilidad hacia el próximo.
La ley de Salud Mental complementa los saberes de la sicología y la siquiatría para un mejor servicio y no que cabalgando en mitos instalados en el imaginario durante la época de facto su desconocimiento haga retroceder la cultura por ignorancia , barbarizando la civilización , pretendiendo-como en esas épocas- anular, sub informar, subestimar a la sicología como servicio, dejando a un lado la pretendida supervisión siquiátrica sobre lo informado por el sicólogo profesional y hasta intentando corregir y reorientar los dictámenes de éste, que en su práctica aviva la llama de la vida, de la persona, de la libertad por sobre el silencio de los cementerios, mantenidos por seudojerarquias militares del pasado, tal el tenor de la nota publicada en Norte el domingo 3 de abril del corriente.
Dr. Armando Javier Fermani
Grado Académico de Doctor en Sicología (UBA_USAL)
Director del Instituto de Sicoterapia Sagrado Corazón de Jesús
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